Reseña #25: Gente que viene y bah

Título: Gente que viene y bah

Autora: Laura Norton

Año de publicación: 2015

Género: romance, humor, drama

Nº de páginas: 478

Editorial: Espasa

¿Cuántas probabilidades hay de que te toque el gordo de la lotería? ¿O de que el chico con el que estás a punto de casarte se líe con la presentadora más guapa de la tele la misma semana en la que además pierdes el trabajo? 

A Bea le acaba de pasar (excepto lo de la lotería); así que decide huir y refugiarse en la casa de su excéntrica familia buscando un poco de paz, aunque acabará trayendo el caos a la vida de todos. Bea es así. 

En esta novela vas a encontrar un mercedes rosa, una casa en los árboles, un pelirrojo de caerse de espaldas (literalmente), muchas risas y unas cuantas lágrimas de esas que se lloran a gusto, que te liberan y te reconcilian con la vida. Una historia con la que descubrirás que siempre hay algo bueno esperándote a la vuelta de la esquina. Si sabes verlo. Y si no la cagas.

RESEÑA
[Las fotos de esta entrada me pertenecen en cuerpo y alma. Respect.]

 

Lo compré porque había oído buenas críticas sobre No cumples al karma, pero tampoco me esperaba nada del otro mundo. Sin embargo, pocos libros de humor me han llegado a la patata como lo ha hecho Gente que viene y bah. La historia de esta arquitecta emigrada a la capital que vuelve a casa con la vida hecha añicos me ha conquistado. ¡Dentro reseña!

Vamos a empezar con Bea, que es un personaje de estos que no se olvidan con facilidad. Nuestra protagonista es una arquitecta que se mudó a la capital para estudiar y allí, entre proyecto y proyecto, encontró al que fuera el hombre de su vida. Hasta que se la pegó con la presentadora más buenorra del telediario. ¿Y qué probabilidades había de que Víctor conociera a una mujer así? Pues pocas, pero cuando se montan fiestas a lo grande y acuden famosetes, pues es lo que pasa. A mí Bea me ha parecido de lo más divertida y desquiciante. Lloraba de la risa mientras leía, ¡es genial! No puedo decir que me hubiera gustado que fuera menos cabezota e impulsiva, porque precisamente el hecho de que sea una histérica obcecada es lo que le da más vidilla a la historia.

Su familia no se queda atrás. Yo creía que vivía en una casa de locos, pero los Vélez ganan a los Martínez con diferencia. Bea tiene dos hermanas, un hermano, una madre curandera y un padre marinero que sólo está en casa cuatro meses al año. Irene, la más mayor, es una mujer fuerte, apasionada y con las ideas claras. En definitiva, la alcaldesa que todos quisiéramos en nuestro pueblo. Sin emabargo, también tiene unos arranques con los que te partes. Y toda la culpa la tiene el dichoso bolso de Loewe y un exmarido argentino con muy mala leche. 

Débora no se queda atrás, ella está casa con un bombero y acaba de ser madre. Me ha gustado su lado artista, pero quizá sea demasiado niña mimada y, de nuevo, cabezota. León es el más pequeño de la familia y el más normal de todos. Es inteligente y no se corta en demostrarlo. León es muy reservado, a pesar de que pueda parecer lo contrario en algunas ocasiones, y, a lo largo de la trama, iremos comprobando que oculta muchas cosas interesantes. Muchas. Cosas. Interesantes. Oh yeah. Sin duda, la que más ternura me inspira es la madre de Bea, que, con sólo tocarte, puede saber qué enfermedad/dolencia tienes. La he llamado "curandera", pero ella no cura, simplemente te manda al médico que toca y punto. A cambio, la gente le llena la casa de comida.

La historia está llena de momentos surrealistas protagonizados por Bea y su locura transitoria. En uno de estos arranques, se percata de un pelirrojo cañón que la mira desconcertado. No es para menos. Cuando digo que esta mujer ha perdido la chaveta, es que no lleva camisa de fuerza de puro milagro. Total, que este chico, Diego, acabará siendo muy importante en la historia, pero no quiero dar más pistas porque me cargo la sorpresa. Lo mejor de Diego es su suegra. Shoro, y ya me callo. Otro personaje sorpresa es Teodoro. Para mí, es de lo mejor que hay en la historia. Un 10. ¡Qué díficil es hacer una reseña y no contar todo lo que quieres!

 

Puede parecer una tontería, pero una de las cosas que más me han gustado de la trama es que gran parte de los eventos gira alrededor de la casita en el árbol que Bea quiere construir. Siempre he querido tener una y el hecho de que una arquitecta la lleve a cabo de forma profesional, con sus planos y sus materiales y todo, me ha parecido un detalle precioso. Es más, irónicamente, en medio de toda la locura que rodea a Bea, la casa del árbol es lo más estable que vamos a encontrar. 

El planteamiento no es lo más original que he leído (típica chica cuya vida, de pronto, da un giro inesperado y decide volver a casa por Navidad), pero el desarrollo de los acontecimientos y la peculiaridad de los personajes hacen que la historia sea genuina y muy muy loca. Si estás buscando algo ligero que te haga olvidar los exámenes finales, Gente que viene y bah es algo que, sin duda, te recomendaría. A mí me ha servido de mucho. 

 

El libro está escrito de una forma muy amena. La mayoría de texto es diálogo y la mayoría de diálogo es tronchante, así que se lee en nada. Puedo asegurar que no me reía tanto con un libro desde Cartas Cruzadas de Markus Suzak. Sin embargo, hay otros aspectos de la escritura que no me han acabado de convencer. Primero, si bien es verdad que hay muchos diálogos, también abundan los párrafos larguísimos. Me hubiera gustado un poco más de equilibrio. Segundo, entiendo que la RAE acepte sicólogo y siquiatra, pero yo no y me choca verlo impreso en un libro. Lo siento, estoy chapada a la antigua. Y, por último, hay algunas faltas de ortografía que no perdona ni la RAE. Supongo que nada es perfecto.

En conclusión, Gente que viene y bah cuenta cómo Bea decide volver a la casa familiar para intentar poner su vida en orden. Sin embargo, es imposible ordenar nada en una familia tan disfuncional como la suya. Con una prosa sencilla, mucho humor y un poco de romance, Laura Norton nos trae una historia mil veces contada con unos giros inesperados y unas situaciones de lo más ridículas que nos mantendrán pegados a sus páginas sin poder parar de reír.

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