Pelis #9: Buscando a Dory

Andrew Stanton || Estados Unidos || 2016 || 103 min. || ★★★★★

Han pasado unos meses tras los acontecimientos de Buscando a Nemo, y ahora Dory vive una apacible vida junto a Marlin y su hijo Nemo. Pero, en un viaje para ver cómo las mantarrayas migran de vuelta a casa, el problema de memoria de Dory parece desaparecer durante un segundo: recuerda que tiene una familia y decidirá en ese momento partir en una aventura para reencontrarse con sus padres, a los que perdió años atrás.

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Hay pocas películas que, en mi opinión, merezcan cinco estrellas. Entre esta élite tan reducida se encuentran la mayoría de trabajos de Pixar. ¿No os emocionasteis con Toy Story 3? ¿No llorasteis con la historia de amor de Up? ¿No os reísteis con Monstruos University? ¿No os entendisteis mejor con Del Revés? Pues con Buscando a Dory aprenderéis que rendirse nunca es la solución y que siempre hay que seguir nadando. ¡Sigue nadando, sigue nadando! [Habéis cantado la canción, admitidlo]

Antes de nada, me gustaría decir que Buscando a Nemo me gustó mucho, pero la pequeña Dory, una pequeña pez cirujano de ojos saltones y pérdidas de memoria a corto plazo, ha conquistado mi corazón desde el primer minuto. Es más, lloré mucho con el comienzo de la película. No sé, me dio mucha ternura ver cómo intentaba ser una hija normal, pero no era capaz de recordar ni siquiera dónde estaba su casa. Si es que tengo que llorar, maldito Pixar. El recuerdo de sus padres poco a poco se desvanece y Dory, a penas una pececilla indefensa, aprende a vivir con el vacío de una pérdida que ha olvidado que existe. El tiempo pasa y nuestra Dory se convierte en un pez muy despierto, aunque despistado, y que tiene muy claro que, en momentos de adversidad, lo mejor es hacer todo lo posible por salir adelante y no quedarse estancado esperando que llegue un milagro. Por muy loco que sea el plan, siempre es mejor que no hacer nada. Y los planes van a ser locos, sin duda.

Los personajes principales de la anterior entrega vuelven a tener su papel en esta maravillosa secuela. De hecho, aunque para nosotros hayan pasado trece años, para ellos sólo han pasado unos meses y están tal cual los recordamos: los mismos miedos, las mismas costumbres y los mismos sueños. Además, se añaden al elenco más criaturas curiosas como el pulpo Hank, una amiga de la infancia o los padres de Dory. Hank desea con todas sus fuerzas la comodidad que supone vivir cautivo en un acuario. Para mí, este personaje es uno de los mejores de la película, es el típico señor gruñón que ayuda sólo por lo que va a obtener a cambio, pero que se acaba encariñando del personaje de turno, en este caso, Dory (a mí me recuerda un poco al anciano adorable de Up). Es imposible no encariñarse con Dory, ¡si es un amor! Tengo que destacar como personajes estrella a las focas que hacen bullying, a las nutrias preciosas en su festival de abrazos y a los amigos de Dory, una tiburona miope y una beluga insegura.

La historia no es especialmente compleja, sino que se trata más bien de una carrera de obstáculos para encontrar a los padres de Dory. Los diálogos ingeniosos, el mensaje positivo y el atractivo y cuidado diseño son capaces de compensar la carencia de una trama compleja. Además, podemos ver una crítica a la conservación de especies en cautividad (aunque, a lo mejor, ha sido una ida de olla de las mías, yo qué sé), porque, sí, los peces son felices, pero todos quieren volver al mar, donde realmente deben estar. La mayoría de estas especies, como el pez cirujano (Dory), no sobreviven en cautividad.

Como ya he dicho, al principio, la película es algo triste, pero cuando Dory se hace mayor, el tono cambia y vuelve a ser la comedia a la que estamos acostumbrados. Tengo que hacer especial mención al doblaje, Buscando a Dory es de las pocas pelis que no pierden ni pizca de gracia cuando pasan al castellano. Las situaciones que se generan son de lo más divertidas e inesperadas. ¿Saben conducir los pulpos? ¿Se enamoran las almejas? ¿Puede las focas adiestrar pájaros? ¡Todo está hecho para sacarte una sonrisa! Salí muy contenta de la sala, con la rara sensación que tiene una de no haber tirado dinero a la basura (como suele pasar mucho estos días con el cine en general).

En resumen, Pixar vuelve a hacer de las suyas con esta secuela tan esperada. La calidad de Buscando a Dory y la capacidad de nuestra querida pececilla azul para devolvernos a nuestra infancia, para hacernos reír a carcajadas y llorar a lágrima viva, para encandilar tanto a padres como a hijos como a veinteañeros ya creciditos no decepciona en ningún sentido. ¡La recomiendo mucho mucho! :)

¡Ah, quedaos hasta el final, que hay escena después de los créditos!

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¿Os gustó esta peli tanto como a mí? ¿Le daréis una oportunidad? ¡Contadme!