Reseña #21: Nosotros después de las doce

Título: Nosotros después de las doce 
Autora: Laia Soler 
Año de publicación: 2016 
Género: romance, fantástico 
Nº de páginas: 311 
Editorial: Puck

Una chica con nombre de princesa. Un chico que escucha a Sinatra. Un pueblo perdido en las montañas. Un carrusel.
Tres secretos. Dos reencuentros inesperados.
Un amor. Una traición. Y una noche de verano, la más mágica del año…

Así es la vida, una suma de momentos felices e instantes difíciles, de reuniones y despedidas, de amores y desengaños. No, la vida no es un cuento de hadas, pero… ¿Qué pasaría si conocieras un hechizo para que las carrozas nunca se transformen en calabazas? ¿Recurrirías a él? ¿O querrías saber lo que pasa después de la medianoche?

La nueva novela de la joven autora Laia Soler es un relato potente y actual, salpicado de magia, sobre una chica que navega por las turbulentas aguas de la memoria, el dolor y el amor para descubrir todo aquello que nos une, nos separa y nos hace crecer como personas.

RESEÑA

Tenía muchas ganas de leer el nuevo libro de Laia Soler, porque sus otras dos historias (Los días que nos separan y Heima es hogar en islandés) me encantaron. Lo que tanto me atrajo es que en ellas se fusiona la típica historia de amor mil-veces-contada con un toque mágico que la convierte en única. En Nosotros después de las doce, Laia Soler nos cuenta el romance de un boniato y un artista, un señor mayor de ideas fijas y un carrusel muy especial. ¡Dentro into! [Llevo unos días muy hype con booktube, dejadme.]

En el pequeño pueblo de Valira, perdido en la montaña y rodeado de la atmósfera idónea para que surjan historias de hadas y duendes, vive nuestra protagonista, Aurora, una chica de dieciocho años con un nombre de princesa al que no desea hacerle justicia, algo escéptica y muy responsable. Ella misma nos narra las leyendas que florecen alrededor de un haya que cumple deseos, un pozo que se construyó alrededor de las lágrimas de la reina de las hadas y un carrusel cuyas figuras pueden arreglar corazones rotos. En un lugar así, ¿quién sería capaz de negar la existencia de la magia? Como ya he dicho, una de las cosas que busco en las historias de esta autora es el encanto con el que se trata a la magia, una fuerza inocente que se da por supuesto en toda la trama. 

Diana, cámara analógica

Aurora me ha resultado seca, pero entiendo el porqué de esta personalidad. No lo puedo decir, porque sería revelar cosas de la trama, así que sólo diré que le ha dado demasiadas vueltas a todo lo malo que le ha pasado. Sin embargo, hay otras cosas muy interesantes que sí puedo comentar. Aurora ama la fotografía, al igual que yo. Ella prefiere utilizar una cámara analógica y carretes defectuosos que aportan efectos especiales a las imáganes y yo soy más de cámara digital y Photoshop, pero me he identificado con ella en la idea de conseguir la imagen perfecta y en recibir a las musas a última hora. Además, la chica no aguanta tonterías de ningún maromo y, al final de la temporada turística, adiós. 
 
Dos años después de haberse marchado del pueblo para estudiar el bachillerato artístico, vuelve el que será el interés amoroso de Aurora: Teo. ¿He mencionado que Teo es pelirrojo? ¿He mencionado que me encantan los pelirrojos? ¿He mencionado que Teo y Aurora son los únicos dos pelirrojos de Valira? A mí, con esto, ya me tenía ganada. Además de tener un pelo genial, Teo es guapo, dulce y tiene un punto socarrón que me ha hecho sonreír sin darme cuenta. Sus ocurrencias y la forma en que "compite" con Aurora en El Concurso de carteles de las fiestas de Valira me han hecho mucha gracia.

Así es como imagino Valira

También tenemos al abuelo Dubois, el señor mayor de las ideas fijas. El abuelo de Aurora ha sido como un padre para ella (a pesar de que ella ya tenía un padre, pero bueno) y la ha ayudado y apoyado en todo y, además, le ha transmitido su filosofía de vida: si algo no te gusta, olvídalo. Estoy en contra de esta manera de ver las cosas, porque es pelearnos, perdernos, meter la pata y, en definitiva, equivocarnos lo que hace que seamos quienes somos. Además, el abuelo es sobreprotector y un poco cascarrabias, un repelente de novios de nietas, vamos. Pobre Teo, al final me daba hasta penita.

La historia de amor no nos va a descubrir nada nuevo. Aurora y Teo luchan contra un verano que se acaba e intentan mantener la relación en secreto, porque su abuelo, que no ve con buenos ojos este idilio, está delicado de salud. Sin embargo, en un pueblo tan pequeño, estamos hablando de una misión imposible. Me ha gustado la forma en que evoluciona el vínculo entre Aurora y Teo y cómo pasan del primer beso a escondidas a la tienda de campaña. Algunos podrían empezar la novela creyendo que tenemos instalove, pero yo confiaba en que Laia diera una explicación convincente. ¡Y no me ha decepcionado! 

Para terminar, me gustaría comentar los aspectos tangibles. A ver, yo no digo que la novela esté escrita con prisas, pero he detectado un par de errores que me han puesto los pelos como escarpias, porque yo no me suelo dar cuenta de estas cosas y, si me doy cuenta, es que cantan. Hay un momento en el que Aurora comenta que sus padres están abajo echándose la siesta y que su abuelo está en el bar. Una página después, su abuelo se encuentra durmiendo la siesta a cinco metros de ella. Pero, para errores tontos, el del lomo del libro: Nosotros DEPUÉS de las doce.

En conclusión, Nosotros después de las doce narra el mágico romance entre Aurora y Teo, los dos únicos pelirrojos de un pequeño pueblo rodeado de naturaleza y cuentos de hadas. Nos adentraremos en una historia de amor, dolor, recuerdos y autodescubrimiento de la mano de una gran variedad de personajes: un abuelo entrañable, tres marujas de pueblo y unos amigos muy cotillas, entre otros muchos. ¡Muy recomendable! :)

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